viernes, febrero 15, 2008

Tatiana Reyna bailaora venezona de corazón flameno



Sonriente, dispuesta y alegre. Así se presenta la dueña de la escena del tablao por años. Hoy, en otra faceta, con otras metas y con mucho trabajo por delante, ella sigue creando nuevas maneras de comunicación a través de la danza española.


Tacón cuadrado, cola sevillana, vestido ceñido al cuerpo y una estampa castiza que despistaría toda sospecha acerca de su nacionalidad venezolana. De este modo se muestra Tatiana Reyna en una fotografía colgada en una de las sedes de su escuela, una imagen que resguarda el mejor recuerdo de sus años mozos en España, país que logró seducir con el flamenco, el mejor de los talentos pasionales.
Su historia con la danza comienza a los tres años de edad. Hoy son más cuarenta años dedicados al baile, en especial al flamenco. Su padre, el famoso cuatrista venezolano Freddy Reyna, fue asignado como agregado cultural en Inglaterra, donde la inscribió en la Escuela de Ballet Rambert, obteniendo allí una base sólida para convertirse en una bailarina destacada dentro y fuera de la institución. Justo cuando su destino le ponía una carta segura de trabajo y triunfo internacional, ella le dio un giro a su vida, transformando por completo su futuro y su manera de expresión como bailarina.




-¿DÓNDE EMPEZÓ ESTE AFÁN POR EL FLAMENCO?


-Cuando cumplí 15 años, mi padre me ofreció de regalo un viaje. Yo escogí España.
Quería conocerla de su mano, pues él era un hombre muy culto y me hablaba mucho de los grandes escritores, pensadores y artistas de ese país. Entonces, inicié un tour por Sevilla, Córdoba, Granada, La Mora, en fin, toda Andalucía. Antes de hacer este viaje, yo había decidido quedarme en el Ballet Rambert, ya que formaba parte del grupo de 16 niñas que fueron escogidas entre 600, para formar parte de la compañía después de la colegiatura.
Al pisar España conecté con el lenguaje, con la gente y con la música. Allí le pedí a mi padre que me metiera en clases de flamenco y él consiguió uno de los mejores profesores de aquella época. Le llamaban Enrique "Er Cojo", quien, en efecto, era cojo, pero cuando bailaba no se le notaba su discapacidad. Comencé a recibir clases diarias y, a los pocos días, le dije a mi padre que yo me quedaba en España y que tratara de hacer que lo cambiaran de país.



-NO ES UN SECRETO QUE LA COMUNIDAD GITANA ES CERRADA, ¿CÓMO LOGRÓ SER ACEPTADA?


-En ese mismo año, cuando llegó la Feria de Sevilla, comencé a bailar en las casetas callejeras. Estas casetas pueden ser familiares o profesionales y, al principio, lo hacía como diversión. Bailaba y bailaba con el mismo vestido día tras día. Mi padre me mandó a hacer un vestido color rojo intenso. Comencé a captar la atención entre la gente, pues el flamenco me daba algo que el ballet me disipaba. El flamenco es tierra, pasión, drama y yo lo sentía completamente. Por supuesto, al bailar con esa devoción, desperté las miradas de los asistentes y me empezaron a llamar "la niña grana", por el color de mi vestido.
Llegó un momento en que las personas hacían cola para verme bailar o acompañarme en una pieza. Es así como me descubre un importante manager de bailaores que se llamaba Antonio Pulpón. Este señor se me acercó y me preguntó si yo deseaba bailar flamenco profesionalmente. Esto me causó risa, pues yo no poseía la experiencia de las grandes bailaoras. Él me insistió diciendo que yo tenía las cualidades y me ofreció ser una de las figuras centrales de los cuerpos de baile.



-¿ DE DÓNDE PROCEDÍA SU DESENVOLTURA? ¿CÓMO PUEDE EXPLICAR ESE TALENTO?


-Bueno, yo estaba temerosa porque no me sentía capacitada para lo que me estaban ofreciendo, pero yo llamaba mucho la atención. También se combinaron varios elementos, pues soy latina, estudié bal et durante cinco años y tengo algo que en el mundo del flamenco se llama "el duende", eso que hace erizar al público y que no todos los bailarines tienen.
Mi comienzo fue en Aeroclub, la caseta más importante de aquella época y de ahora también. Empecé con mi vestido grana y moviendo mi cola como mi mentor me había enseñado. Conté con la estrella que desde mis inicios me acompañó. Comencé a trabajar en esa misma Feria de Sevilla y no terminé hasta que me vine para Venezuela. Los únicos días que recuerdo que no bailé fueron los 1º de enero y tres días de luto que hubo por la gran bailaora Carmen Amaya. Yo viví la época de oro de flamenco, al lado de los grandes cantaores y bailaores. Tuve la dicha de representar a España en todos los festivales de Europa.
Me volví la gran figura del baile gitano.


-EL TRIUNFO LLEGÓ A SU VIDA EN TODO SU ESPLENDOR. ¿CUÁNTOS AÑOS DURO TODO ESTO?

-Fueron cuatro años y medio en los que logré escalar en mi carrera inimaginablemente. Conseguir ser una gran bailarina de joropo en Venezuela hubiese sido una bendición, porque ésta es mi tierra. Ser primera figura de flamenco en España era distinto. Ése no es mi país, por lo que me llena de orgullo aún más. Bailé para el Rey Juan Carlos de España, compartí con Rudolf Nureyev y tuve como compañera a Rocío Jurado. Aparecí en todos los medios de comunicación y todavía conservo portadas del Times de Londres. Después, me casé y me vine a Venezuela enamorada.


-¿POR QUÉ DETENER SU CARRERA EN SU MEJOR MOMENTO?


-En esa época el flamenco no era conocido en el mundo como lo es hoy. Pensé que podría formar algo en Venezuela, pero no se dieron las condiciones, ya que no había empresarios que apostaran por espectáculos de este tipo. Y por supuesto, cuando uno está enamorado, no mira triunfos ni carreras. Hoy en día tengo tres hijos espectaculares, voy a tener mi sexto nieto y, desde que llegué a Venezuela, no he dejado de enseñar.


-¿CÓMO HA SIDO LA EXPERIENCIA CON LA ESCUELA?


-Tengo ya tres sedes de mi escuela: en el C.C. San Ignacio, en C.C.
Los Campitos y en el C.C. Vizcaya.
Estamos por abrir la cuarta sede en un centro cultural en Los Chorros.
Ahora, cuento con mucha gente capacitada que enseña distintos géneros de danza. Hay más de 26 profesoras, muchas de las cuales fueron mis alumnas. Aunque la escuela es muy integral, lo principal es el flamenco dado que la fuente de creatividad dentro de este género es inagotable, más ahora que se está fusionando con el jazz y con la música latinoamericana. Es decir, el flamenco ahora es que tiene vida dentro de los bailes latinos.


-CUÉNTENOS SOBRE LOS PLANES A CORTO PLAZO QUE TIENE DENTRO DE SU ESCUELA...


Bueno, además de la apertura de la próxima sede en septiembre, tenemos un proyecto piloto bellísimo que se llama Echa un Pie Fuera del Barrio. Se trata de iniciar a las niñitas del barrio Santa Cruz en el flamenco. Es una manera de colaborar con mi país y de prestar un servicio que me produce gran satisfacción. El programa tiene sólo dos meses, pero en un futuro cercano queremos incluir niñas y niños de los barrios que queden cerca de las sedes de las escuelas. Queremos invitarlos a que se formen dentro de este arte y que se destaquen a través de grandes presentaciones. El mes pasado, por ejemplo, realizamos la Feria Flamenca de Caracas en el Hotel Tamanaco, donde los estudiantes presentaron lo aprendido durante el año.
El leit motiv fue Tatiana Reyna Entre Amigos, agrupando siete escuelas de baile de la capital y el interior del país, con el objetivo de nutrirnos mutuamente. Eso es lo que necesitamos en este momento: tener una hermandad en el arte, algo que es fundamental para la vida. El arte es la elevación del alma y es lo que más nos une a Dios.


Fuente: Revista EME - Diario El Nacional







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