lunes, julio 21, 2008

Julio Pacheco Rivas, cuatro décadas

A cuatro décadas de su primera exposición, el reconocido artista venezolano Julio Pacheco Rivas mostrará por primera vez el trabajo que viene realizando sobre papel desde hace un año en los talleres del TAGA, a través de una individual titulada “Negro y Blanco”.



Tahía Rivero



Un conjunto de ocho grabados y seis serigrafías en mediano formato, junto a cuatro obras de gran formato, realizadas en técnica digital, sobre acrílico y hierro, conforman esta muestra en la que el espectador podrá apreciar una nueva faceta en la creación de este artista, caracterizado por poseer un lenguaje y un estilo personal que lo identifica.
Su obra siempre ha reflejado una crítica a la modernidad mediante la representación de ciudades, monumentos y paisajes que expresan una aparente carencia de símbolos; mientras que en esta oportunidad, sus creaciones son protagonizadas por escaleras, mesas y cepillos de dientes, entre otros objetos de la cotidianidad, como una realidad cargada de simbologías, hacia donde parece haber desplazado su investigación el artista, según señala en el texto de presentación la curadora y crítico de arte Tahía Rivero.

“Formas que en su intrascendencia han adquirido el valor de la inmutabilidad y en las que, para conquistar sus posibilidades simbólicas, ha trastocado la escala, las dimensiones y ha negado la morfología de sus cuerpos, silueteándolos en negativo sobre un fondo positivo”, afirma Rivero.


Julio Pacheco Rivas posee una amplia trayectoria nacional e internacional de más de 40 años, durante la cual ha recibido diferentes premios y reconocimientos, entre los que figuran: Premio del Salón Nacional de Artes Plásticas de Venezuela, Premio Arturo Michelena, Premio de la Fundación Vitry sur Seine (Francia), entre otros. Sus obras han sido exhibidas en diversas salas y museos de Venezuela, Francia, Brasil, Italia, Cuba, Colombia y España, entre otros países, y han sido incluidas en colecciones públicas y privadas.




Realidad y memoria
Podríamos afirmar que la trayectoria artística de Julio Pacheco Rivas, marcada por una consecuente voluntad de trabajo, lo hace dueño de un lenguaje; un estilo personal que lo caracteriza y permite que identifiquemos su obra en cualquier momento de su desarrollo.
Desde los años ochenta, cuando entré en contacto con su trabajo, hasta principios de dos mil, Pacheco Rivas postulaba una crítica a la modernidad a través de la representación de ciudades, monumentos y paisajes que en su ironía, expresaban una aparente carencia de símbolos.


Ciudades desérticas de rigurosos trazados, monumentos en frágil equilibrio, paisajes urbanos que invadían el horizonte; todo realizado sin texturas ni disonancias cromáticas haciendo apenas énfasis en las volumetrías con tenues contrastes de colores.


Julio Pacheco Rivas
Nació en Caracas el 25 de julio de 1953. Se inicia en la pintura de manera autodidacta en la ciudad de San Cristóbal, estado Táchira, en donde vivió hasta los 16 años.


En 1969, radicado en Caracas, comienza a asistir al Taller de Arte Experimental que había fundado el maestro Víctor Valera.


En 1972, para complacer a sus padres, intenta sin resultado alguno seguir la carrera de derecho.


En 1974 es aceptado en el Salón Centro Plaza y obtiene en éste su primera recompensa. Después de exponer en varias colectivas realizadas en Caracas y ser aceptado en el Salón Arturo Michelena, de Valencia, se dirige a París, donde residirá por espacio de diez años. Entretanto, desde Francia, toma parte en exposiciones internacionales celebradas en Basilea, Londres, París y Mónaco.


En 1981 es incluido en la colectiva "Jóvenes artistas latinoamericanos", Hotel de Ville, París. En 1984 es seleccionado para competir por la bolsa de trabajo que se otorga en el Premio Eugenio Mendoza, en la sala de la fundación del mismo nombre.


En 1987 regresa a Venezuela y se residencia en Caracas, donde proseguirá su investigación, hasta hoy. Exposiciones individuales más importantes: Galería del BANAP, 1974; Galería Estudio Actual, 1976 y 1980; el Museo de Bellas presentó en 1992 una amplia exposición de su obra con el título de "Ciudad de los símbolos precarios".


En 1990 representa a Venezuela en la Bienal de Venecia. Ha obtenido, entre otras, las siguientes recompensas: Premio Andrés Pérez Mujica, Salón Arturo Michelena, Valencia; premio del jurado del XII Concurso Internacional de Arte Contemporáneo de Mónaco, 1980; premio único del Salón Anual de la Fundación Vitry-sur-Seine, para pintores menores de cuarenta años, Francia; primer premio de Pintura del I Salón Nacional de Artes Plásticas, 1988, al que concurre con su obra Compendium, un tríptico de ocho metros y medio de longitud.


Fuente: Anlitica

sábado, julio 19, 2008

Los Melódicos: Ya son 50 años y 100 discos

¿Quién no se sabe, al menos, una canción de Los Melódicos? Ya son 50 años y 100 discos. Suficientes motivos para que la legendaria orquesta dé un concierto conmemorativo el próximo 19 de julio. Antes de subir el telón el maestro rememora momentos emblemáticos echando mano de sus temas favoritos

Hablar de Los Melódicos es hablar de buena parte de la historia del país. Y es que "la orquesta que impone el ritmo en Venezuela" -como reza su eslogan- fue fundada en 1958, el mismo año del derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, o lo que es lo mismo: el período que da inicio a la democracia criolla, razón suficiente para poner a la gente a cantar y bailar. Y así lo han hecho Los Melódicos durante cincuenta años.



Fotos: Natalia Brand y Rodolfo Beer


RENATO CAPRILES

Mucho que contar, mucho que cantar

¿El secreto para la lozanía musical de la que gozan? Disciplina con talento, poco licor y un desfile de beldades del ritmo que espabilan al más pintado. Que lo diga el maestro Renato Capriles, director y fundador de esta fiesta permanente, nativo del estado Carabobo y criado en La Pastora, Don Juan confeso y melómano por naturaleza. En estas líneas es él quien, a sus 76 años, rememora esas cinco décadas a través del recuerdo de sus canciones preferidas que van desde el mambo hasta el mismísimo reggaetón. Eso mientras se encuentra en promoción de El número 100, una producción compilatoria de éxitos de la banda, y antes de ofrecer un concierto conmemorativo, junto a sus 23 músicos, el próximo sábado 19 de julio en el Círculo Militar. Mucho que contar, mucho que cantar…

Mi novia de Naiguatá "es una guaracha que me compuso Billo para mi primer disco. Se la escribió a una enamorada que él tenía por allá. Para ese momento (1958) él estaba vetado por el Sindicato de Artistas. No asistió a los llamados que le hicieron a unas reuniones y lo vetaron de por vida. Yo le decía: 'Billo, tú eres culpable de lo que te pasó', porque él era, tú sabes, como un Dios, era Billo pues. El me decía: 'Es verdad, negro'. A todo el mundo le decía negro. Yo de muchacho iba a verlo a todas sus presentaciones. Recuerdo cuando lo conocí, justo antes de que comenzara uno de sus shows. Él estaba de espaldas al público arreglando unas partituras. Yo quería saludarlo y, accidentalmente, toqué el micrófono que estaba prendido. Él se volteó y me dijo: '¡Mira, carricito! ¿Por qué no metes el dedo en… '. Eso me impactó mucho, que mi ídolo me hubiera salido con aquella grosería. Después los dos recordamos ese momento entre risas. Pero lo que te decía es que cuando lo vetaron yo hice todo lo posible porque volviera a salir al mercado porque yo quería competir con una orquesta de su altura. Recuerdo cuando lo fui a visitar a El rincón de Billo, un bar que abrió en Sabana Grande, que era el único sitio donde podía tocar. Me abrazó y casi llora. Le propuse que le hiciera los arreglos a los temas de mi primer disco Estos son Los Melódicos. Por eso es que ese álbum fue un éxito. Finalmente, ese mismo año, unos seis meses después, se dio lo que yo quería: la Billo's Caracas Boys se convirtió en mi competencia de altura".


Así soy yo "fue el tema que marcó el debut de la cubana Emilita Dago, la primera mujer que cantaba en una orquesta en el país. Eso era comenzando los sesenta. Bueno, hay que aclarar que el maestro Luis Alfonso Larráiz, a quien también admiré e imité, contaba con la voz de una señora que se llama Elisa Soteldo, que no sé si la conoces, ella tiene una academia muy famosa. Pero la señora Soteldo cantaba una pieza y la mandaban a situarse detrás de los músicos, lo cual nunca me pareció correcto. Por eso no permití que eso ocurriera con Emilita. Imagínate que, antes de entrar a Los Melódicos, lo que ella cantaba era zarzuela, jamás había entonado un merengue ni una guaracha ni nada. Le di un cassette y le dije: 'apréndete estos números'. Y pasó muy poco tiempo hasta que la viéramos cantar el estribillo que dice: 'Si no me quieres, así soy yo'".
Ella baila el pompo,ella baila el pompo… "Así decía el coro de El Pompo, que es como un link entre los sesenta y los setenta. Esa canción hizo que anotáramos un récord mundial en la Feria de San Cristóbal. La repetimos 27 veces. Siempre hago la aclaratoria de que no fueron 27 veces completas. Sino cuatro veces todo el tema y el resto de las repeticiones eran del mambo final: 'tan, tan, tan, tan'. La gente siempre lo volvía a pedir y hasta contaba el número de repeticiones: '¡Van 15!', '¡van 16!', y así íbamos. Billo se molestaba cada vez que yo le hablaba de mis récords. Me decía: 'A ti lo que te gusta es un récord' (risas)".


Veneración "es otra de mis canciones favoritas. También es del repertorio de los setenta, pero todavía se toca. ¿Sabes cuál es? Esa que dice: 'Y si vas pal' Cobre, quiero que me traigas una virgencita de la Caridad'. Es un número cubano, original del Trío Matamoros. Yo buscaba tríos y cuartetos que ya habían pegado varias canciones para que me hicieran los arreglos de sus temas para orquesta. En eso debo decir que fui visionario, aunque suene jactancioso. ¿Mi vida personal? En ese momento era un desastre. Tenía dos novias, salía de la casa de una y me iba a buscar a la otra. Lamentablemente, las mujeres me costaron mis dos matrimonios. Es que ellas han sido mi único vicio, porque fíjate que yo ni tomo ni fumo. A mi segunda esposa, Carmen Teresa, a quien le decimos Cate, le compuse una canción que se llama Muchachita, porque la conocí cuando ella tenía, apenas, 16 años. Era una mujer muy hermosa, fue Miss Guárico. Actualmente sigo casado con ella, aunque estamos separados. ¿Divorciarme? ¿Para qué? Si me divorcio corro el peligro de querer casarme otra vez, a esta edad, con alguna loca por ahí (risas), qué va".


Ay, papachongo, dame un beso de cerezo "es el coro de Papachongo. Puedes poner que ese era como el 'himno' de Diveana. Ella pegó todo lo que cantó, su voz era tan versátil que daba para cantar todos los géneros que puedas imaginarte: el pasodoble Soy Castellana, los merengues Tus Ojos o Qué Rico… Aunque, ¿sabes qué? A mí gustaba ponerla a cantar boleros. La gente se enloquecía en los bailes cuando la escuchaba entonar uno que se llama Me dicen que te vas… ¡Qué cosa tan extraordinaria!, y con ese tamañito".
Tiene los ojos negros, como la noche oscura…, "ese es el comienzo de Diávolo, la carta de presentación de Liz (comienzos de los noventa). Estuvo siete años con nosotros. Ya al final estaba fastidiada de cantar Diávolo. Le decía al público: 'Yo tengo otras canciones del repertorio con las que también los puedo complacer' (risas). Es que, además, el show que armaban ella y los músicos con ese tema era sensacional. Uno de ellos llevaba puesta una capa negra y la envolvía adentro, cosa que no me gustaba mucho, porque podía estar abusando de esa pobre muchacha (risas). ¿Que si era mi pareja? Sí. Pero eso no es un secreto para nadie, vivió siete años en mi casa, así como Diveana vivió cuatro años aquí. Siempre se ha dicho que yo mantengo una relación amorosa con la vocalista de turno, cosa que, a veces, ha sido cierta y otras no. Pero con Liz sí hubo una relación. ¿Montarme con ella en tarima? Ahora es más difícil porque a ella le gusta más el show vistoso. Bueno, siempre le ha gustado hacer shows (risas)".



Se terminó "es el nombre de nuestro primer reggaetón. Ya antes había dicho, en una entrevista, que jamás tocaría algo con esa base rítmica. Pero como Los Melódicos es una orquesta que se reinventa y se adapta a los nuevos tiempos decidimos hacerlo. Eso sí, no es una copia de otro reggaetón, es un tema arreglado especialmente para orquesta por Daniel Espinoza y Omar Acedo de Calle Ciega. Lo interpreta nuestra nueva vocalista: Angie. ¡No! Con ella no tengo nada. ¡En serio! Tiene su novio, que, además, es muy amigo mío. Mejor así, tengo más tranquilidad espiritual. No, no creo que yo vaya a cambiar. Mi mentalidad con respecto a las mujeres siempre será la misma. Si veo alguna bonita, lo primero que le voy a preguntar es: 'Disculpa, ¿tú cantas?'".