miércoles, diciembre 30, 2009

Eduardo Mendoza Goiticoa, él tenía don de gentes

Nos acaba de dejar un hombre excepcional, Eduardo Mendoza Goiticoa, quien a lo largo de su prolongada vida siempre dio ejemplo de rectitud, profesionalismo, honradez, bondad y calor humano.


Pedro A. Palma



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Tan sólo cuatro años después de regresar a Venezuela, una vez concluidos sus estudios de ingeniería agronómica en Argentina, fue nombrado Ministro de Agricultura en 1945, cuando aún no había cumplido los 30 años de edad, cargo que desempeñó exitosamente hasta 1947. Como parte de esa responsabilidad pública le tocó manejar los asuntos migratorios del país al frente del Instituto Venezolano para la Inmigración, organización que mantuvo estrechos vínculos con la Organización Internacional de Refugiados, que luego se transformó en la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. En esa oportunidad dirigió un programa para ayudar a los emigrantes europeos que llegaban a nuestro país después de la devastación de la II Guerra Mundial, dando apoyo a decenas de miles de personas desamparadas. Tal fue el resultado de ese proyecto que muchos expertos internacionales lo catalogaron como el más exitoso programa de refugiados del período de la post guerra a nivel global. Tiempo después fungió como Director Fundador de la Human Rights Foundation, organización internacional dedicada a la defensa de los derechos humanos en el continente americano, que pone especial atención en la promoción de la libertad del individuo para la auto-determinación y en la lucha contra la opresión de las tiranías.

Fue en todo momento un hombre comprometido con la democracia y la libertad, participando activamente en la resistencia contra la dictadura de Pérez Jiménez, y haciendo importantes contribuciones a la planificación de la huelga general que tanto contribuyó al derrocamiento del régimen y a la reinstauración de la democracia en Venezuela.

También fue un importante emprendedor, fundando junto a su hermano Eugenio la empresa Protinal, importante productora de alimentos concentrados para animales, en la que trabajó desde su fundación a fines de la década de los 40 hasta mediados de los años 70. Se destacó como propulsor de la agricultura de vanguardia en Venezuela habiendo publicado importantes trabajos en esa área, y como promotor de la educación superior, formando parte del Comité Organizador de la Universidad de Oriente. Su aquilatada vida profesional lo hizo merecedor de un reconocimiento por parte de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat, organización que lo nombró Miembro Honorario en el año 2006.

Serían incompletas estas palabras de reconocimiento a don Eduardo si no hiciéramos referencia a sus extraordinarias condiciones como ser humano. Poseedor de una ilimitada afabilidad, tenía la cualidad de agradar a todos los que se le acercaban. Conversador inteligente y ameno, era realmente placentero escucharlo e intercambiar con él ideas sobre los temas más diversos. Amigo incondicional, siempre estaba presto a demostrar el sincero aprecio que sentía por uno.

En pocas palabras, él tenía don de gentes, término que de acuerdo a la Real Academia Española se aplica a personas que tienen la disposición peculiar de ser muy sociables en el trato y poseen facilidad para atraer y persuadir a los demás. Para mí él fue siempre una referencia y un ejemplo a seguir, y lo seguirá siendo en los años que aún me queden por vivir, porque una persona como Eduardo Mendoza Goiticoa siempre será pauta de cómo debería ser cualquier individuo que aspire ser un hombre de bien.


Fuente:

domingo, diciembre 27, 2009

Manuel Bermúdez, fue el custodio de las palabras

Tras haber dejado una huella imperecedera en la docencia y los estudios literarios y de la comunicación, falleció el martes 15 de diciembre de 2009, a los 82 años, el reconocido profesor, escritor y miembro de la Academia Venezolana de la Lengua, Manuel Bermúdez.



Bermúdez se forjó un prestigio especial, no solamente por sus estudios y sapiencia, sino por ser el primer crítico de medios audiovisuales, interesado en elevar el nivel lingüístico de la pantalla chica; y como tal estuvo en Radio Caracas Televisión asesorando diferentes producciones, como el Concurso Millonario, en tiempos de Doris Wells y Napoleón Bravo.

De esa época, hacia los años 70 y 80, Guillermo Luján, para entonces gerente de Logística y productor de RCTV, lo recuerda "como una persona excelente, siempre dispuesto a ayudar y a enseñar tanto en la parte de semántica como en expresar bien lo que se quería decir, comunicar algo con verbo e imágenes".

Bermúdez -refrenda Luján- salía en cámara y era quien avalaba si la respuesta dada por el concursante era válida, "informaba con mayor amplitud, con la venia del resto de los miembros del jurado".

Otra de las productoras de entonces, Martha López de Medrano, lo recuerda como "un ser muy hermoso, muy listo y con muy buen humor". Relata que en una ocasión "le robaron un libro, y yo le dije que si quería que avisáramos a Seguridad, y él me contestó: 'no, yo lo que quiero es conocer a esa persona tan extraordinaria, que en este medio de la televisión haya sido capaz de robarse ese ladrillo, para felicitarlo'".

Martha también recuerda "su vida bohemia, de reunirse con los poetas, con Denzil Romero, en la Librería El gusano de luz".

Es el mismo recuerdo que comparte Oscar Sambrano Urdaneta, escritor y crítico literario, académico de la Lengua al igual que Bermúdez: "compartimos en las tertulias de El gusano de luz y en un cubículo que teníamos en el Pedagógico, al que llamaban 'la mata del guaco', que es un pájaro que lleva al nido todo lo que encuentra por allí, y a ese cubículo iban a parar toda suerte de personajes".

La Academia Venezolana de la Lengua le rendirá un homenaje en enero, anuncia el escritor y también académico Rafael Arráiz Lucca: "Manuel hasta hace poco fue el secretario, y tengo el extraordinario recuerdo de las actas semanales que eran piezas literarias, bien escritas, precisas, con esa dicción par- ticular que él tenía. Lo estimé muchísimo, desde hace muchos años en la universidad. Tuvo una vida plena, con su familia y legiones de alumnos. Una vida muy útil y muy bonita, digna de aplaudir y celebrar".

Fuente:
El Unversal

domingo, diciembre 20, 2009

José Bardina, galán de telenovelas

El más recio de los galanes. El hombre que despertó pasiones en millones de venezolanas cada vez que aparecía en la novela de las 8:00 p.m. El actor que levantaba suspiros en sus compañeras de trabajo. El viril capataz que domó a la fiera Doris Wells. Ese era José Bardina, el histrión venezolano que decidió apartarse años atrás de los focos y murió en la ciudad de Miami el 18 de diciembre de 2009.
Nacido en Barcelona, España, en 1938, desarrolló su carrera como actor en Venezuela, donde destacó como intérprete de teatro y televisión. En 1958 dio sus primeros pasos en la escuela de teatro Juana Sujo.



Bardina arrancó suspiros a millones de damas en Venezuela y Latinoamérica y se convirtió en el "galán de galanes", como lo definió la escritora Delia Fiallo.

Nacido en Barcelona, España, un 27 de marzo de 1938, Bardina protagonizó en el país grandes melodramas, al lado de reconocidas figuras como Marina Baura, Lupita Ferrer, Rebeca González, Doris Wells y Flor Núñez, entre otras consagradas actrices.

Su primer gran éxito en el país llegó con Lucecita, telenovela que encabezó junto a Marina Baura para Venevisión a finales de los sesenta, y con la cual el actor iniciaría una larga relación profesional y personal con la maestra de los folletines televisivos, Delia Fiallo, para quien Bardina representó el héroe romántico por excelencia.





Entre las novelas protagonizadas por José Bardina en los años setenta se cuentan Esmeralda y La zulianita (con Lupita Ferrer), Una muchacha llamada Milagros (con Rebeca González) y La fiera (con Doris Wells) las cuales fueron muy celebradas por la crítica e hicieron suspirar a millones de damas de Venezuela y toda Latinoamérica.


A principios de los años 80, el galán se retira de la televisión, de cuya pantalla permaneció alejado hasta 2002, cuando reapareció en la telenovela Lejana como el viento (Venevisión). Radicado en Miami desde finales de los años noventa, siguió trabajando como actor en esa ciudad, esta vez con papeles secundarios en telenovelas grabadas por Venevisión Productions para el mercado hispano, gracias a la relación profesional y de amistad que siempre mantuvo con Arquímedes Rivero, gerente de esta casa productora. La última telenovela en la que participó fue Amor comprado (2005), en la cual interpretó el papel de un bonachón hombre mayor junto a otros actores venezolanos como Marjorie De Sousa.

Bardina sufría desde hace meses una insuficiencia renal y estaba esperando por un trasplante. Sus restos serán velados en Miami. . "Era una gran persona, un gran amigo y un gran actor. Creo que fue el galán por excelencia de la telenovela venezolana desde que hizo Lucecita y Una muchacha llamada Milagros. Tenía muchos deseos de vivir, acudía dos veces por semana al hospital a dializarse pero la muerte lo sorprendió a las 4 y media de la mañana de este viernes. Lo queríamos mucho y es una gran pérdida para la farándula latinoamericana", declaró Rivero a Estampas, vía telefónica, desde Miami.

Lupita Ferrer, quien fue su pareja en la telenovela Esmeralda en el año 1971, lo recuerda como el galán más romantico de la pantalla chica nacional de todos los tiempos, pero también como un hombre sumamente nervioso. "Y creo que el nerviosismo a la larga le trajo problemas", agrega Ferrer.

"Él siempre estaba con un poco de ansiedad de irse. No le gustaba el ambiente de estar encerrado en un estudio de televisión. Pienso que se retiró muy joven", opina la actriz, quien considera que la muerte de Bardina fue prematura.

"Fue una persona muy querida", cuenta el productor de telenovelas Arquímedes Rivero. "Desde hace tiempo nos tenía angustiados porque andaba con los riñones malos. Dos veces a la semana tenía que ir al hospital a dializarse. Se quedó esperando un trasplante. Lamentablemente a los mayores no les es fácil conseguir donantes de órganos, la prioridad es para los jóvenes".



Precisamente, fue Riviero quien lo contrató para actuar en Amor comprado (2007), la última telenovela que su deteriorada salud le permitió grabar.

"Aquí (en Miami) nos hicimos íntimos. En Caracas nos conocíamos, pero trabajábamos en canales diferentes. Su muerte es una gran pérdida para la farándula latina. Era querido en todas partes", agrega Rivero.

Pero mucho antes de que se apagara la luz en el escenario de su vida, José Bardina -que nació en España pero se nacionalizó como venezolano- realizó una veintena de producciones dramáticas en el país.

"Trabajamos juntos durante siete años seguidos", rememora Lupita Ferrer. "Nos lanzaron con una historia de Delia Fiallo, la señora de la novela romántica", dice y se refiere a Esmeralda, la primera teleserie que exportó Venezuela y que batió récords de audiencia en México.

"Nos dio fama internacional. Fue algo increíble. Cuando escriba mis memorias le voy a dedicar un capítulo", confiesa.

Un capítulo en homenaje a la memoria de su amigo, del que esboza algunas pinceladas. "La primera vez que vi a José no me lo podía creer. ¡Iba a besar a un hombre bellísimo! Él parecía un príncipe", confiesa.

Pero no fue sólo a Lupita a quien que el atildado intérprete le bajó las medias. Las damas del público se derretían por él.Y es que José Bardina era el dueño de un magnetismo que conseguía que las mujeres se quedaran pegadas de la pantalla cada vez que él salía.

"Su estilo era único. Su juego de miradas era muy seductor. Irradiaba chispas de virilidad. Algo que no se ha visto más nunca en la televisión", apunta también Lupita Ferrer, con quien Bardina protagonizó María Teresa, La zulianita, Mi hermana gemela y Mariana de la noche. "Nos gustábamos, pero nunca tuvimos una relación sentimental".

¿La razón? "Yo me casé muy pronto y él se unió a Amelia Román. Existía una barrera, un respeto, y nunca nos atrevimos a traspasar esa frontera", cuenta ella.

A finales de los ochenta, el galán de la voz más recia que se haya oído en la televisión nacional se mudó a Miami, con esposa e hijos. Y allá se dedicó al mundo de los negocios."Tuvo restaurantes, pero su mayor triunfo lo cosechó como actor", dice Arquímedes Rivero.

Se retiró, pero en 2000 volvió a las novelas. Actuó en Lejana como el viento y en 2003 participó en Amor descarado. "Dejé de verlo por muchos años. Pero coincidimos en Amor descarado y me asombró ver el cambio que había dado: engordó y estaba envejecido", recuerda Lupita. "Siento que perdí al amigo que me dio los besos más respetuosos en las novelas".

Fuente:
El Universal





viernes, diciembre 18, 2009

Eddy Marcano, un violinista en el tejado del mundo

Eddy Marcano es un virtuoso del violín que ha tocado con cuanto músico de talento hay en el país. Ahora se presentará en escenarios de lustre en Estados Unidos. Gracias a sus acordes, el pajarillo retumbará en el Carnegie Hall de Nueva York
Las cuerdas virtuosas de Eddy Marcano


http://impresodigital.el-nacional.com/suplementos/2009/09/27/­Fotografías Claudia Rodríguez claudiarromero@yahoo.com ­
Agradecimientos Roberto Palmitesta ­ Fadella Lares, Centro Cultural Corp Group.




"¿Papá, por qué cierras los ojos cuando estás tocando?" Victoria Marcano, de 8 años, tiene razón; cada cierto tiempo, su papá se refugia calladamente bajo los párpados cerrados cuando se apropia del violín y el arco. O como él mismo reconoce, cuando la música se lo lleva lejos. "Porque me gusta mucho lo que estoy haciendo", sonríe él. Eddy Marcano cuela la anécdota mientras comienza a calentar con el instrumento en el vacío escenario de la sala de conciertos de Corp Group. Al principio, hace sólo escalas. Luego comienza a tejer con el arco un tapiz apretado de notas limpias y elegantes.

Lleva 15 minutos improvisando, y va tan rápido que al trasluz de los reflectores las cuerdas desprenden un polvillo finísimo y plácido. Cuando termina, Marcano no resopla. No suda. Ni siquiera sacude discretamente los brazos para relajarlos. ¿Qué son 15 minutos de ejecución para él? Además de ser director de orquesta, desde hace más de 20 años integra la fila de primeros violines de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar. Durante ocho, presidió la Orquesta Sinfónica de Nueva Esparta. Ha grabado dos discos propios ­ Venezuela en violín 1 y 2­ y ha participado en una larga lista de proyectos de otros músicos nacionales. En noviembre de 2008 tuvo su debut neoyorquino como solista durante la Latin American Culture Week de esa ciudad, que dirigen el tenor Plácido Domingo, el músico y compositor Paquito D’Rivera y la pianista Polly Ferman. Ahora Marcano se prepara para iniciar una gira de tres semanas por EE UU, que lo llevará a tocar el 14 de octubre en el prestigioso Carnegie Hall.



Si tuviera un álbum de barajitas con los grandes nombres de la música venezolana contemporánea con los que ha colaborado, podría presumir que lo tiene casi lleno, pero su estreno en el Carnegie Hall tiene cartel propio. De la mano de Héctor Molina en el cuatro, Gustavo Caruci en la guitarra y José Puente en el contrabajo, Marcano presentará con su violín un repertorio de obras venezolanas entre las que figuran pajarillos, valses, merengues, joropos, ondas nuevas, pasajes y danzas zulianas.

"No estoy nervioso, pero sí muy emocionado. Me entusiasma tocar ahí por todo lo que representa", confiesa.

Su acento es rápido como el de un oriental, pero ondulado como el de un maracucho: por donde se le escuche, evidentemente confunde, aunque se ve que ese desconcierto ajeno lo divierte. "Soy de Cabimas pero crecí en Margarita. Ya tengo más de 20 años viviendo en Caracas, pero de vez en cuando todo se me mezcla, ¿vos sabéis?", explica con picardía. El menor de tres hermanos ­hijo de un profesor de inglés y una ama de casa­ aprendió en La Asunción a tocar cuatro a los cinco años. "Mi hermano Carmelo punteaba y yo lo acompañaba. En mi casa se oía de todo: Gualberto Ibarreto, Doris Day, Nat King Cole, Bob Fleming, Lilia Vera, los calipsos que oía mi papá cuando volvió de aprender inglés en Trinidad...

Después empecé a tocar mandolina y luego me enamoré del violín. No sé qué pasó ahí. Me hechizó".


Violín en la maleta. El romance fue fulminante, atrevido, inexorable. El muchacho de 17 años se aferró con hombro y quijada a su idilio de madera. ¿Lo apoyaron en su casa cuando dijo que quería venir a Caracas a estudiar violín? "Has dado en la tecla". Se sonroja, se ríe, traga grueso, todo a la vez. "Al principio no mucho, pero yo me empeñé". Su tía Jesusita ­hermana de su padre­ fue quien lo recibió en la capital.

"Ella vivía en Caricuao y me `adoptó’ por un tiempo. `¿Usted quiere estudiar música? Vamos al conservatorio, pues. Aquí está su sopita, ésta es su cama", recuerda con cariño. "Ya después de un tiempo, empecé a rodar por residencias, pero no duraba mucho. Me botaban", dice con una carcajada. ¿Por qué? "Cuando uno llegaba de clases, con el nivel de exigencia que había, sabíamos que al día siguiente nos iban a preguntar a uno por uno. Nadie podía desperdiciar el tiempo de estudio, así que yo practicaba a la hora que tuviera libre. Dos, tres, cuatro de la mañana...", se ríe. "Cuando amas lo que haces, sientes que siempre te faltan horas para eso. Y cuando por fin todos los compañeros de casa éramos músicos, entonces nos encerrábamos en los baños o nos turnábamos las terrazas para ensayar. Son los únicos sitios en los que no molestas a nadie".






Pudo más la voluntad que el escepticismo. "Cuando en mi casa se dieron cuenta de que esto iba en serio y que entré a una orquesta profesional, comenzaron a entender que esto era lo que yo de verdad quería hacer, y como ya me pagaban, también entendieron que iba a poder vivir de esto. Primero estuve en la orquesta Juvenil del Distrito Federal y luego en la Sinfónica de la Juventud Venezolana de Simón Bolívar. Todo eso ayudó. A partir de ahí me dieron todo su apoyo, y creo que desde ese momento comenzaron a sentirse muy orgullosos de que yo hubiera escogido ser músico", asegura. "Desde entonces están muy pendientes de lo que hago, todo les emociona. Son mi soporte y siento que cada logro mío les da mucha felicidad. Ahora entiendo que no era que ellos no quisieran que yo estudiara música, sino que tuviera algo más seguro primero, algo de lo que pudiera vivir. Pero creo que esa presión y esa lucha por dominar el violín me ayudaron mucho y me dieron un filo increíble".

Después de afinar sus estudios en Londres y en la Universidad de Indiana, y de integrar grupos como Opus 4, Onkora y Arcano, su manejo del instrumento no es cuento. "Eddy es un fenómeno. Una vez estábamos tocando la misma pieza en un concierto importantísimo y a él se le rompió una cuerda", relata su amigo Rafael "El Pollo" Brito. "Fue justo antes de que empezara mi solo de cuatro, que no iba a ser muy largo. La gente por supuesto que se dio cuenta de lo que estaba pasando, porque cuando una cuerda de violín se rompe, salta y suena como una pedrada", explica. "Eddy salió de la tarima, la cambió volando, afinó y entró otra vez a tocar justo cuando yo ya estaba terminando mi parte. Los dos nos echamos a reír.










Nos quedó como de comiquita".

Está visto que sus colegas no se atreven a ponerle rótulos; con su formación académica y su vena popular, Marcano se mueve cómodo entre las sinfonías y los merengues criollos. "Es imposible etiquetarlo, porque él investiga muchísimo y le da un valor muy alto a todo lo que hace, sea como solista, como director, acompañando o colaborando con alguien. Está en una constante búsqueda de perfección", dice el músico Francisco Pacho Flores.

Éste es el tipo. Marcano fue uno de los jóvenes que se formó en el entonces incipiente Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela.

"El propio maestro José Antonio Abreu nos dirigía. Un día me sacó de los violines y me puso a conducir". ¿No fue eso lo mismo que hizo con Gustavo Dudamel? "Exactamente. A él no le da miedo decir: `Fulanito, tenga, siga usted’. Como director, él siempre se esfuerza en sacar de cada grupo un sonido particular, y para nosotros era un lujo ir viendo cómo lo logra". ¿No da pánico que Abreu le pase a uno la batuta? "Claro, es una presión terrible", confiesa a carcajadas.

"Pero bueno, lo más grato de dirigir es lograr que la obra suene como uno la oye en su cabeza.

Además, estás guiando un ente `vivo’. Si te sientes triste, la orquesta te responde con tristeza.

Si estás inseguro, igual". ¿De qué depende el respeto de sus discípulos? "Del estudio. Mínimo, la primera vez que te paras delante de la orquesta ya tienes que saberte la obra de memoria y estar muy claro en lo que quieres.

Cuando abres la boca para dar la primera indicación, los músicos deberían pensar `éste es el tipo".

A sus 44 años, varias orquestas de América Latina piensan que Marcano es el tipo. Lo han invitado a dirigir en Colombia, Uruguay, Guatemala y Panamá, país en el que preside el Campamento Musical de la Asociación de Conciertos que se celebra cada año con niños y jóvenes. Como violinista, se ha presentado en festivales nacionales e internacionales y ha sido comisionado musical de la UNESCO para fundar orquestas infantiles y juveniles en varios países. También le han ofrecido cargos fijos como director titular de orquestas, pero se siente más cómodo con las invitaciones, con su carrera como solista y su atril en la Sinfónica Simón Bolívar.

Sobre el futuro melodioso de sus hijos ­Victoria y Sebastián, de 8 y 4­ prefiere no hacer planes. "Si van a dedicarse a la música, me gustaría que fuese algo que saliera de ellos mismos. No quiero que se sientan obligados, aunque creo que en cualquier momento me van salir con algo", dice con gracia. Hace poco estuvo con su familia en Disney, donde la hija lo arrastró hasta una atracción que tenía una guitarra eléctrica enorme en la fachada. "A ella le encanta el rock, y con la cosa de que había música ahí adentro, entramos.

Resulta que te hacen montar en un carrito que arranca soplado a mil por hora, y vas dando vueltas en la oscuridad con canciones de Aerosmith a millón en los oídos. Taca, taca, taca", dice el director sacudiendo con fuerza una mano. ¿No le gusta esa banda? "No, si Aerosmith fue lo de menos, yo oigo de todo. Es que a mí no me gustan las montañas rusas", se ríe. "Con el cuento de la música, me engatusaron".


Fuente; Revista Todo en Domingo



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viernes, diciembre 04, 2009

Leonardo Padrón, vestido para entrevistar imposibles

Poeta y autor de telenovelas, la fama de este escritor alzó vuelo con una idea sencilla: hacer entrevistas. Los Imposibles se difundió por primera vez en 2005 como espacio radial y hoy es una empresa multiformato: además de seguir por Onda 107.9FM y de los tres libros que superan las 20 mil copias vendidas, ahora salta a la pantalla de Venevisión todos los domingos a las 10 de la noche





Esto nació de un suspiro: “Dios, quién tuviera una cámara”.
En más de una ocasión el escritor Leonardo Padrón y su equipo de producción lamentaron la ausencia del registro en video de la entrevista que acababan de hacer para el espacio radial Los Imposibles.
El éxito casi inmediato que tuvo la difusión de esas conversaciones que arrancaron hace cuatro años en Onda 107.9 FM y que ya hoy se acumulan en tres volúmenes impresos por la editorial Aguilar, propició que se concretara el paso inevitable: ir a televisión. Tres canales se acercaron a Padrón con sus cámaras dispuestas y al final el autor se entendió con la casa a la que hace tantos años le une su condición de creador de telenovelas: Venevisión.
Veintiséis personajes cada domingo es la propuesta de esta primera temporada al aire, concebida con ganas de ir más allá de lo local: “Todas las entrevistas son inéditas, salvo las de Carlos Mata, Ilan Chester y Aldemaro Romero, que sí están incluidos en Los Imposibles 3”, explica Padrón: “Mario Vargas Llosa, Fito Páez, Gustavo Dudamel, Juanes, Andy García, Carmen Maura, Julio Bocca, Vicente Fernández, María Conchita Alonso, José Luis Rodríguez y Ricardo Montaner son algunos de los ‘duros? que puedo mencionar como abreboca. Y como ves, en el caso de los venezolanos, todos llenan la planilla de ser conocidos más allá de nuestras fronteras. Los locales, son bastante universales”.

Otra cosa advierte Padrón: no se trata de un formato sustituyendo a otros. Al terminar la tanda, que arrancó a las 10 de la noche del domingo 24 de mayo, será retransmitida en la radio tal como siempre y saldrá a la calle el tomo correspondiente de Los Imposibles 4. De manera que esto, apenas comienza.

-Pasar al formato televisión implica, entre otras cosas, adaptar la expresión corporal y la gestualidad a la mirada implacable de la cámara. ¿Cómo te preparaste para eso?
-Con una dosis de engorro, otra de observación, mucho de ensayo y error y una pizca de sentido común. Quizás lo que más me fastidia es “vestirme” para la entrevista, pues -como todo escritor- practico el desaliño por estricta comodidad. Es decir, uno privilegia otras cosas en la vida. Ah, y es inevitable sufrir el detalle de la gran cantidad de luces en el set, que generan un clima excesivamente tropical.

-Antes de llevar a cabo este proyecto, ¿tenías alguna afición a leer entrevistas? ¿Has tomado ejemplos de algún entrevistador más o menos famoso, o esta es pura manía de preguntón?
-Sí, siempre me ha atraído el género. Eso sí, nunca sospeché que iba a terminar oficiando el rol de entrevistador. De hecho, yo he sido entrevistado una buena cantidad de veces y a lo mejor eso me ha servido para saber detectar los pecados que como entrevistador no debo cometer. He sido aficionado a las entrevistas del Paris Review a grandes escritores universales, he perseguido con fruición el programa de entrevistas de James Lipton titulado Inside Actor?s Studio y le tengo un gran respeto a gente como Jesús Quintero, el más singular de los entrevistadores de la TV española.





-¿Cómo saber si el personaje al que quieres entrevistar es interesante para el público o si es sólo por darte el gusto de despachar tu curiosidad particular?
-La selección del personaje es cualquier cosa menos arbitraria o caprichosa. Lo evaluamos concienzudamente con el equipo de producción: su hoja de vida, su resonancia, su interés para el público, su verdadero calibre de Imposible. Te confieso que hay más de un personaje que se me ha atravesado en el panorama y he declinado hacerlo, muy a mi pesar, porque —efectivamente- puede ser alguien que satisfaga sólo mi apetencia personal o la de un círculo muy restringido. Pero nos hemos atrevido a osadías estupendas. Haber entrevistado a Eugenio Montejo, Jacinto Convit o Alirio Palacios es mostrarle al público lo apasionante que puede ser la vida de gente de perfil menos masivo, pero excepcional en su oficio. Ese es el concepto inicial de Los Imposibles: todos los grandes, todos los oficios

-¿Por qué nos interesa tanto lo que dicen las celebridades habiendo tanto héroe anónimo por ahí?
-Un interés no excluye el otro. Sólo que la premisa del programa está enfocada en personajes generalmente imposibles de emboscar durante una hora para preguntarles su vida o conversar sobre lo humano y lo divino. Y, vamos a estar claros, las celebridades generan una fascinación particular sobre el resto de la humanidad. La fama es una palabra cegadora. Todos quieren acercarse a esa luz, sentir el aura, respirar el mismo oxígeno que un famoso. Podríamos discutir durante horas acerca de lo ilusorio o fatuo de esa seducción, pero es así. Lo demuestran palmariamente, y día a día, la multitudinaria venta de publicaciones, los programas de TV y hasta los reality shows que orbitan alrededor de la vida de los famosos. Ahora bien, yo intento acercarme a ese fenómeno, el de la fama, de una manera ajena al sensacionalismo y la vacuidad. Justamente, una de mis intenciones es descifrar cuánto de espejismo y de justificación hay en esa veneración planetaria por los famosos.

-Ahora que llevas tres libros publicados y Los Imposibles se convierte un programa de televisión, ¿no te has preguntado por qué diablos esa idea ha sido tan exitosa?
-Sí, a cada rato me lo pregunto. Porque, si a ver vamos, tampoco es que descubrí la composición química del agua. Todos los días se entrevista a gente en todo el mundo. Por toneladas. No sé, supongo que es una suma de factores. En todo caso, bienvenido sea lo que está pasando con Los Imposibles.

-¿Qué personajes han sido, de momento, imposibles para ti? Es decir, gente a la que hayas estado buscando y buscando sin poder conseguirla. ¿O es que ya no hay quien se resista a Los Imposibles?
-No, ¡por Dios!, hay una cantidad monumental de Imposibles que ni siquiera sospechan que existe este programa. Es por eso que mi lista de personajes por entrevistar es más larga que los ya consumados. He hecho amagos, esfuerzos y lobby para entrevistar a gente como Maradona, Rubén Blades, Chávez, Alejandro Sanz o Plácido Domingo. Ya veremos cuáles se van dando en el camino. Esto es un asunto de persistencia y maña. A Juanes lo logré entrevistar luego de dos o tres intentos fallidos. Y así con otros casos. Todo es un tejido de circunstancias, compromisos y tiempo. Y, por supuesto, los contactos. Ellos son, en muchos casos, quienes te llevan hasta la antesala del personaje.

-¿Cómo se salva una entrevista aburrida o una de esas en las que te toca al frente una persona impenetrable, de pocas palabras?
-Ese es uno de los imponderables con los que se topa todo oficiante del género de la entrevista. Nunca sabes el hartazgo, la modorra, la prisa o el hermetismo con el que te va a recibir el personaje. Ese es uno de los retos más arduos de esa seducción que es toda entrevista. Te tocará conquistarlo, apelar a tus mejores armas, invocar el buen humor, la conversación risueña, retarlo con habilidad, conducirlo hacia una conversación de su interés. Ojo, esto que te digo no es una fórmula infalible ni mucho menos, porque todo puede fallar oprobiosamente. Hay entrevistas mejores que otras y eso generalmente lo determina la inteligencia, el carisma o la disposición del entrevistado.

-¿Con cuál de tus entrevistados te has sentido desconcertado, sorprendido?
-Con muchos. Siempre he hablado de cuánto me sorprendió la hilaridad del ex presidente colombiano Ernesto Samper. Era una ametralladora de chistes y salidas ingeniosas. Para hablarte concretamente de esta nueva temporada que se estrena en televisión, podría referirme a la entrevista con Vicente Fernández que fue inusualmente franco, no le teme a ningún tipo de pregunta. Es todo un charro a la hora de enfrentar una entrevista. Me sorprendió la exquisita sencillez de Julieta Venegas o la humildad de Juanes. Me gratificó la generosa elocuencia de Vargas Llosa y el desparpajo de Carmen Maura. Eso es lo más interesante de acercarse a la piel de un famoso: hay revelaciones inesperadas que desmontan la imagen prefabricada que tenías de ellos. Para bien y para mal, ¿eh?







-¿Cuál es el escenario ideal para que la persona con la que vas a conversar se relaje y te cuente su vida y sus cosas sin mayor recelo?
-Su casa, su oficina, en definitiva, su hábitat. Es allí donde se han dado las entrevistas más distendidas y relajadas. A Soledad Bravo la entrevisté una tarde en el espléndido jardín de su casa y las horas transcurrían amables y sin apremios. A Sofía Imber la entrevisté rodeada por sus obras de arte y el alboroto de sus pájaros y se sentía inmensamente cómoda. A María Conchita Alonso la entrevisté en el sofá de su casa y hasta descalza estaba.

-¿Las historias que escuchas de tus entrevistados han alimentado de alguna manera las que cuentas en telenovelas o en tus piezas de ficción?
-No. Hasta ahora no. Al menos no conscientemente. Aunque eso no garantiza que no pueda ocurrir. Con un escritor nunca se sabe.

-A veces uno puede sentir que hay preguntas tontas y se las guarda. ¿Qué cosas has dejado de preguntar por una razón similar a esa y a quiénes?
-Yo trato de vacunarme contra las preguntas tontas, pero eso no garantiza que la vacuna funcione siempre. Dentro de todos los seres humanos siempre hay un tonto acechando.

-¿Cómo encuentras el límite entre la imprudencia y la pregunta acertada y necesaria?
-Creo que es un asunto de forma. Se puede hacer la pregunta más temeraria u osada con un guiño de elegancia y estilo. No te niego que hay preguntas que bordean fronteras peligrosas y uno siempre está a la expectativa de cómo pueda reaccionar el entrevistado. En todo caso, este programa no tiene intenciones amarillistas ni vocación para generar escándalos confesionales. Las infidencias se dan de forma natural y en un terreno de complicidad mutua.

-¿Vivir de lo que se escribe no genera cierto nivel de angustia? Algo así como, ¿y qué pasará el día que ya no tenga nada más que decir?
-Para serte franco, no. Justamente la apuesta fue vivir de lo que más disfruto hacer. Eso no quiere decir que yo no sufra muchas veces de bloqueos creativos o que enmudezca sin remedio. Eso es parte del oficio de ser escritor: saber lidiar con tus silencios. No hay mejor musa que la disciplina.

Sobre el poeta de todos
“A todas las personas que estamos vinculados a la poesía nos duele la muerte de un poeta. Y de Mario Benedetti hay que rescatar que fue uno de los pocos que logró darle dimensión masiva a la poesía. Benedetti se salió como pocos de la torre de marfil y logró una poesía entendible para el taxista, para el cajero de banco y para los intelectuales. La suya era una sencillez pasmosa. Creo que Benedetti ha sido para el continente como un segundo Neruda, en el sentido de que son poetas que encarnaron a la poesía de manera masiva, la hicieron palpable para el ser humano de la calle”.



Fuente:
Revista Sala de espera


Los Imposibles - Gustavo Dudamel - Parte.1



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