jueves, mayo 31, 2012

La hora de Linda Briceño

Tiene 23 años, casi toda la vida dedicada a la trompeta, al canto y vive un buen momento. La concertina de la Simón Bolívar Big Band Jazz del Sistema Nacional de Orquestas fue la primera mujer venezolana en tocar en la Lincoln Center Orchestra de Nueva York y allí recibió elogios de Wynton Marsalis. El año pasado el Foro Económico Mundial la nombró una joven influyente. Ella no pierde sus perspectivas y encarna su propia versatilidad: se formó académica, tiene el swing del jazz e igual canta en el Juan Sebastián Bar que en la iglesia evangélica donde ministra la palabra



­ Patricia Sulbarán Lovera patricias90@gmail.com
­ Fotografías Marcel Cifuentes marcelcifuentes@gmail.com





" You have a great sound". Eso le dijo Wynton Marsalis, uno de los músicos de jazz más destacados de la historia, a Linda Briceño.

Todo sucedió tan rápido que ni su tío Rolando Briceño podía creerlo, y eso que él mismo es una leyenda de la salsa en Nueva York que tocó con figuras como Tito Puente y Celia Cruz. "Eres muy suertuda", le decía atónito a la sobrina a la que fue a acompañar. Era un jueves invernal, ella tenía catarro y no podía cantar ni tocar a plenitud. Pero no le importó. La invitación a presenciar un ensayo de la Lincoln Center Jazz Orchestra era como una inyección de anti gripal. Tomó el metro desde Brooklyn hasta Lincoln Center a las siete de la mañana, sin saber que, momentos después, el mismo Wynton Marsalis la pararía de su silla de espectadora para que pasara a ensayar con la fila de trompetas de la orquesta.

Cuando lo vio por primera vez, no pudo contenerse y lloró. Si ya era una impresión conocer y charlar un rato con músicos como Marcus Printup, uno de los trompetistas a los que ha seguido desde pequeña, estar a pocos metros de Marsalis era sobrenatural. Era alto e imponente y vestía de etiqueta. 





Apenas eran las nueve de la mañana y sólo se trataba de un ensayo para un concierto en homenaje a Duke Ellington que sería al día siguiente. Entre tanto soñar despierta, Briceño recordó un mapa de deseos que había dibujado de pequeña como recomendación de un pastor cristiano. En él había adjuntado fotos de sus ídolos juveniles Laura Pausini, David Bisbal y Luis Fonsi, pero también dejó espacio a sus referencias en el jazz Frank Foster y Wynton Marsalis.

Subió a la tarima para interpretar el repertorio junto a otros estudiantes, todos estadounidenses provenientes de universidades prestigiosas de música. La pieza "C Jam Blues" de Ellington definió la atmósfera en la que Briceño haría el solo de su vida. "Printup me cedió muy gentilmente su último solo.

Empecé a improvisar y los músicos voltearon porque se sorprendieron de que ese sonido viniese de una mujer, y más de una chica latina.

Me gritaban que siguiera, y lo hice hasta que no pude más". Ese instante la había convertido en la primera mujer venezolana en tocar con la Lincoln Center Orchestra. Y lo haría dos veces: al día siguiente no sólo sorprendió a los músicos, sino al público que asistió al concierto.

El machismo del jazz. La sala de ensayo del conservatorio Simón Bolívar es una improvisación con final feliz. En el último piso de una casa antigua de la urbanización El Paraíso se resolvió un espacio con aire acondicionado, pero no demasiada acústica. Al menos caben todos. 15 hombres atienden a su partitura y oyen la instrucción del director Andrés Briceño. Al fondo, en la sección de trompetas, resalta Linda Briceño, y por el motivo más simple: es la única mujer en la Big Band Jazz, la inédita agrupación que pertenece al Sistema Nacional de Orquestas, donde sus músicos se permiten el swing del jazz. Bri- ceño no sólo es la única fémina: es la concertina de la banda. Hoy ha traído una franela destapada, cosa rara en ella, y sus compañeros de cinco años de antigüedad se encargan de resaltarle el escote con bromas. No se intimida, le ha tocado defenderse como un "tipo" desde muy pequeña.

"El jazz es un género en el que predomina la presencia masculina, y la industria es muy machista", explica desde una voz suave y unas pestañas largas vestidas de rim- mel. El maquillaje es una práctica descubierta recientemente por ella. Cargar los tambores de su padre, estudiar percusión y haberse rodeado de hombres hicieron que no se reconociera en su feminidad. 



Pocos conciertos tuvieron tanta importancia como aquel en el que su tía Vicky le depiló las cejas. "Mi única presión es la industria. Hay muchas mujeres talentosas a las que no se les ha dado la oportunidad porque no son tan jóvenes, ni tan bonitas. Los empresarios siempre buscan el talento más joven", dice, como si hablara de una profesión como el modelaje y no la música académica. Aunque ser mujer tampoco le ha significado un camino de espinas, más bien una oportunidad para brillar y está consciente de su atractivo comercial. "Si hubiera nacido hombre, no tendría el mismo impacto sobre el ámbito musical", admite.

Todos los días ensaya con la Big Band tres o cuatro horas en el conservatorio y al salir toma un autobús que proporciona el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles, o Fesnojiv, hasta el metro de Colegio de Ingenieros.

Con su instrumento a cuestas, camina hacia su casa por el bulevar de Sabana Grande, para internarse en su pequeño estudio a cantar y tocar un rato más. El jazz le da la posibilidad de hablar con su voz, mientras que la música académica requiere de una adaptación a los estilos de cada compositor.

Pasearse entre géneros no parece inquietarle: lo mismo puede vérsele acompañando un tema de la banda de rock de sus amigos, que descargando un solo de salsa en un concierto o haciendo jamming en Juan Sebastián Bar.

El sistema no soy yo. El padre de Linda Briceño es uno de los percusionistas venezolanos que más ha trabajado por la formación integral y académica de los músicos de jazz. Su hija, llamada Linda Lee por un estándar musical de Charlie Parker, fue la primera en seguir sus pasos. A los ocho años ya era la principal en la sección de percusión en la Orquesta Juvenil de La Rinconada. En el ínterin, Andrés Briceño le puso una trompeta entre las manos y determinó el resto de su futuro. Su mentor fue José "Cheo" Rodríguez y ocupó el puesto de principal en la Orquesta Juvenil de Chacao, para luego ser dirigida por Gustavo Dudamel en la Juvenil de Caracas. Allí, a sus adolescentes 15 años, vino la ruptura.

Su frustración comenzó por no obtener la oportunidad de ser miembro de la Orquesta Simón Bolívar, su anhelo desde niña.



GLOBAL SHAPER Para el Foro Económico Mundial fue imposible ser indiferentes ante un número impactante: la mitad de los habitantes del mundo tiene menos de 27 años. Eso quiere decir que los jóvenes de hoy toman decisiones que influyen directamente sobre el destino de sus sociedades. Linda Briceño fue una de los 14 jóvenes venezolanos que resultaron seleccionados por sus cualidades de liderazgo y sus ansias de transformación para ser Global shaper. Cuando la trompetista recibió un correo con la invitación a postularse, pensó que era un spam y no prestó atención. Al tiempo la llamaron para insistirle, y fue allí que se dio cuenta de que la propuesta era seria. No podía creer que formaría parte de un engranaje en el que participan desde la reina Rania de Jordania y Bill Clinton, hasta decenas de jóvenes emprendedores en el mundo.

Como música, tiene claro que debe contribuir al respeto de su profesión. "Ahora los jazzistas están en huelga, ganan el mismo sueldo desde hace años. En el entorno de los músicos hay muchos abusos laborales, y eso debe cambiar", dice, convencida de que es una persona clave para el ámbito musical del país.


Fuente: Revista Todo en Domingo

viernes, mayo 18, 2012

Alejandra Oraá, la venezolana que nos despierta con un buen café en CNN

Con tan sólo 24 años, esta venezolana a quien le gusta bailar salsa y que se crió en el estado Vargas, es reconocida como la presentadora más joven de la cadena de noticias CNN donde conduce junto a Carlos Montero y Lucía Navarro “Café CNN”, un noticiero matutino estilo magazine, rápido y dinámico, diseñado para informar y entretener a la audiencia.


Por Mercedes París — Fotografía cortesía de DLB Group Worldwide
Revista Sala de Espera Venezuela



Se describe como una mujer con mentalidad de 40 años pero en el cuerpo de una jovencita a quien la vida hizo madurar drásticamente. Ella y su familia vivían en Tanaguarena cuando ocurrió el deslave de Vargas en 1999. Asegura que lo perdieron todo, estaban en shock y tuvieron que mudarse a Caracas, pero sólo pasarían seis meses para que la vida les diera otra oportunidad. El padre de Alejandra aceptó una propuesta de trabajo en la ciudad de Miami y la familia se embarcó en un nuevo reto que pasaba por aprender otro idioma, hacer nuevos amigos, adaptarse a la cultura y, sobre todo, comenzar desde cero.
Alejandra confiesa que los tres primeros años fueron muy duros para ella y su familia, pero estaban convencidos que había una razón por la cual tuvieron que dejar Venezuela y estaban dispuestos a encontrarla juntos.
- ¿Qué te trajo a Venezuela en esta oportunidad?
- Vine a renovar mi pasaporte, es una visita 100% familiar y personal. Tenía 6 años que no venía a Caracas y al estado Vargas desde la tragedia en 1999.
- ¿Caracas es la ciudad que recordabas?
- En Caracas he visto ciertos cambios, pero en La Guaira no, está exactamente igual. Soy de Tanaguarena y en este viaje tuve la oportunidad de volver al lugar donde me crié, pero desafortunadamente son pocos los avances.
- ¿De qué manera la tragedia de Vargas marcó tú vida?
- Fue muy duro, mi familia y yo éramos fanáticos de vivir en Vargas. Yo era la niña más feliz del mundo; siempre me iba al colegio en bicicleta, iba a la playa una vez por semana, me la vivía comiendo cocadas, arepas y disfrutando de los carnavales. Era una ciudad tan alegre y un lugar tan bonito para vivir tú infancia. Creo que era el sueño de toda muchacha. En la tragedia mi padre perdió su empresa, mi madre tuvo que cambiar de trabajo y mi hermana y yo perdimos amigos. Todas nuestras referencias de vida se habían perdido de un sopetón.
- ¿Cómo encuentras tú camino en el periodismo?
- Cuando llego a Estados Unidos, tengo 12 o 13 años y aunque suene irónico yo creo que la tragedia fue la bendición más grande de mi vida porque no estaría aquí sentada contigo hablando. Tendría una vida muy diferente, de eso estoy muy consciente. Vivir una tragedia tan grande como la que nos tocó vivir, conocer gente que falleció, empezar desde cero, hablar un nuevo idioma, me hizo tener un proceso de madurez tan rápido que a los 15 y 16 años no me sentía de esa edad. La tragedia me dio muchísima madurez, es por eso que en cuarto o quinto año ya yo sentía qué era lo que quería hacer, quería tener eso que pudiera llamar casa, recobrar identidad, quería encontrar quién iba a ser yo para poder tener mi hogar, poder identificarme, así fue que encontré el periodismo.


- ¿Cómo llegaste a CNN?
- Tenía un programa de radio matutino en Miami en el que estuve alrededor de dos años. También trabajaba freelance para otras cadenas de televisión como, por ejemplo, TV Azteca y Fox Sport en español. Pero fue a través del actual vicepresidente de programación, Eduardo Suarez, como llego a las noticias. Él me escuchaba en el programa de radio y no sabía que yo trabajaba para la cadena hermana de televisión; yo tampoco sabía quién era él. Un día me invitan a esa cadena y coincidimos en el programa, pues él era el director de programación, luego me lo tropiezo aún sin conocerlo y me dice: “¡Qué simpática eres al aire pero antipática en persona!”. Fue así como surgió una linda amistad y la idea de trabajar en el Mega TV y luego en el noticiero. Siempre quise trabajar en noticias, porque la realidad es que el entretenimiento y el deporte pueden ser un poco efímeros, ya la carrera de televisión lo es. Entonces uno tiene que encontrar un nicho que te guste para que puedas tener éxito y a donde puedas tener longevidad teniendo 40 o 50 años, así engordes, adelgaces o tengas tres hijos. En Mega TV estuve en vivo alrededor de un año y medio, luego hice un par de audiciones en CNN y quedé.
- ¿Cómo es un día en la vida de Alejandra Oraá?
- Tengo dos opciones, o me levanto a las 3:15 o a las 3:33 am, no sé por qué a las 3:33 exactamente, tal vez porque creo me traerá suerte. Cuando entrevisté a Carlos Santana, fue mi primera semana en CNN en español y entre risas, hablando un poquito de su vida y su carrera, él me dijo que al despertarse siempre ponía el pie derecho en el suelo y se repetía que sería un gran día. Desde entonces, todos los días me despierto con el pie derecho y llego a la estación a las 3:45 de la mañana, ahí nos maquillamos y peinamos. A las 4:30 am desayuno -Alejandra sonríe- ¡Yo sé que es muy temprano y desayuno lo mismo todos los días! Soy una persona de muchos rituales en la mañana.
- ¿Qué desayunas?
-Una omelet de cinco huevos, un pan integral y tres tazas de café. El desayuno es lo más importante para mí. Probé al principio y no desayunaba o comía quizás una manzana o algo pequeño, pero no aguantaba al aire. En televisión requieres mucha energía física, tienes que tener todos los sentidos alerta.
- ¿Qué comidas extrañas de Venezuela?
- Una empanada de cazón, una cachapa con queso telita o de mano derretido. ¡Uhmm!
- ¿Un olor?
- ¡El olor a guasacaca me encanta y lo extraño mucho!
- ¿Después del programa, tienes otras actividades en CNN?
- Nosotros permanecemos en el estudio hasta el medio día por si ocurre alguna noticia de último minuto, si no, aprovechamos ese tiempo para producir el próximo programa, preparar algún tipo de reportaje, cuadrar alguna entrevista, leer.
- ¿Qué piensa tú familia?
- Mi papá es mi mayor fanático, siempre está súper pendiente de CNN en español, le da como una especie de orgullo. Cuando veníamos en el avión bromeó diciéndome: “Antes tú eras la hija del señor que tiene una reconocida empresa, ahora yo soy el padre de la periodista de CNN y tendré que acostumbrarme”. -Alejandra suelta una carcajada- fue un gesto súper lindo, mi familia en Estados Unidos está súper orgullosa y en Venezuela ni hablar.
- ¿Tres de tus cualidades y tres defectos?
- Soy extremadamente positiva. Yo no veo el vaso mitad vacío, lo veo mitad lleno; siempre pienso que el mundo está conspirando a mi favor, jamás pienso que esta conspirado en mi contra. Soy muy perseverante, si quiero algo no tomo un no como respuesta, y eso al tiempo puede ser un defecto. La tercera, soy muy curiosa y ser curioso en el periodismo es la clave del éxito. Los defectos, pues, ya te nombré uno que es también una virtud; lo otro es que soy impaciente y soy nocturna, entonces me cuesta dormirme temprano. Me encanta la noche, acostarme a las 2 o 3 de la mañana, y ahora me toca levantarme a esa hora.
- ¿Qué personalidades te gustaría entrevistar?
- Quisiera entrevistar a varios, pero me gustaría el Dalai Lama y de los políticos a los presidentes Barack Obama y Hugo Chávez.
- ¿Qué le preguntarías al presidente Chávez?
- ¿Cuál es el balance de tu gobierno, qué piensas que has hecho mal y qué has hecho bien?
Para despedir el encuentro, la pregunta final es sobre el corazón de Alejandra Oraá. Ella sonríe, aparece un gesto de pícara en su rostro y nos revela que su corazón está muy bien. Tiene novio, se comprometieron recientemente y se van a casar pero aún no tienen fecha. La noticia está recién salida del horno.


Fuente: Revista Sala de Espera

miércoles, mayo 09, 2012

Mi receta. Tu receta Ana y Sumito

El estilo venezolano estará presente en la nueva serie de Sumito Estévez, esta vez junto a su gran amiga, la reconocida chef, también venezolana, Ana Belen Myerston. Juntos seleccionarán un producto para realizar platos, donde en el contraste, encontrarán la diversión. Dulce o salado, frio o caliente, crudo o cocido, asado o al vapor serán algunas de las opciones que Sumito y Ana Belén deberán elegir para realizar su plato. 

Amigos y colegas, es fácil predecir que esa empatía de casi tres décadas se traduce también ante las cámaras de televisión.

Se conocen desde que ella era una niña y él un adolescente tardío que se encontraban en El Vallecito de Mérida porque sus padres eran amigos. Entonces, Sumito Estévez y Ana Belén Myerston no imaginaban siquiera que tomarían el mismo rumbo en las cocinas.


Ahora los dos suman buenos saldos del programa que estrenan en el canal elgourmet.com, bautizado Mi receta. Tu receta, donde, con un mismo ingrediente, imaginan platos que aparentemente contrastan en alguna característica. "Fue divino hacer ese programa. Somos demasiado panas. Y por ello allí no hay competencia", dice él. "La idea es que si él hace algo dulce, yo propongo algo salado. Si uno hace un plato principal, el otro prepara un postre. Con un ingrediente hacemos algo totalmente distinto", cuenta ella que se estrenó ante las cámaras en este programa con horizontes continentales a través de este canal por cable. "Al principio fue difícil. Hacer televisión no es soplar y hacer botellas. Pero luego me fui sintiendo más dueña de mis actos", cuenta Myerston. En un intensivo de dos semanas grabaron los 13 capítulos en los que aprovechan las lentejas, la harina de trigo, la auyama o el plátano para proponer recetas de su autoría. Están en el mismo set, pero en dos cocinas distintas y al final se unen para compartir sus platos. "Me gustó porque cocinas de verdad. Al final compartimos y probamos lo que hicimos".









martes, mayo 01, 2012

Las notas altas de Pacho Flores



Es el primer trompetista en 30 años que firma un contrato como solista con la mítica disquera Deutsche Grammophon. 



Lo logró a la venezolana: mientras compagina el clasicismo con la guataca 
A los 30 años, ha ganado varios premios internacionales de trompeta, se ha presentado en el Carnegie Hall y acaba de firmar un contrato con la disquera Deutsche Grammophon para grabar varios discos como solista. Francisco "Pacho" Flores revisa su carrera y cuenta cómo ha vuelto a convertirse en buena noticia.


Diario El Nacional


Una bufanda gruesa le cubría el cuello. 


Una segunda le cubría los labios para que no se le agrietaran. En un bolsillo apretujaba las boquillas de su trompeta para mantenerlas calientes. El 18 de noviembre de 2006, Pacho Flores salió de su casa ­en las afueras de París­ a 2° C. y con una amigdalitis que amenazaba con sabotear su interpretación ante su ídolo Maurice André, uno de los más grandes trompetistas del siglo XX. A cuestas, sus ocho meses de preparación, con seis horas diarias de meticulosa práctica. 

Atrás, en su casa, habían quedado los montones de papelitos pegados en espejos, repisas y techos con la misma afirmación: "Francisco Flores: primer lugar Premio Maurice André". El tachirense llegó al evento, calentó la trompeta y empezó a tocar. 

"Hubo un punto en el que empezó a dolerme muchísimo la garganta. Cerré los ojos y enseguida vi a mi papá, que me sonreía con cara de `claro que puedes’. La noche antes de morirse, me había dicho que fuera a ganar". Cuando fue anunciado como ganador entre 53 músicos de 33 países, Flores rompió a llorar. André, conmovido, también. 


Casi seis años después, la anécdota da marco a otra noticia esplendorosa: Flores acaba de firmar un contrato con la Deutsche Grammophon ­la mítica disquera especializada en música clásica­ para formar parte de su catálogo con la grabación de varios discos. El último trompetista que había firmado como solista para la Deutsche fue André, 30 años antes. "Cuando me dieron la noticia quedé muy impresionado. Es un logro muy lindo que me llena de ilusión y me motiva saber que tanto sacrificio ha valido la pena. Estoy agradecido por haber podido formarme en un sistema en el que se me ofrecieron las oportunidades para desarrollarme y me siento aún más comprometido con todos esos músicos jóvenes que lo han celebrado conmigo. Yo le he entregado mi vida a esto", dice resuelto quien hoy se desempeña como primera trompeta de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar. 

Aun así, su contrato con la disquera alemana no impedirá el lanzamiento en junio de su segundo disco de música venezolana, bajo la producción de Roberto Koch. "Para mí es muy importante hacer las dos cosas", indica quien seleccionó merengues criollos, valses y joropos en su primer álbum ­ La trompeta venezolana­ con la producción de Aquiles Báez e invitados como Nené Quintero, Jorge Glem y Eddy Marcano y Aquiles Machado. "La gente que me conoce dice que mi faceta de solista es lo que más destaca. Es también por lo que más he luchado, porque siento que existe un mundo enorme de sonoridades por explorar con la trompeta. Me gusta que me compongan obras donde pueda desarrollar eso".  





Criollo, ranchero y guapachoso. 


Lo mismo toca obras de Stravinsky que canciones de Pedro Infante. Cuando Flores empuña sus trompetas para las fotos, no duda en soltar chistes sobre los estereotipos ligados a su oficio ("me gusta tocar guitarra, me gusta cantar el son, mi mariachi me acompaña, cuando toco mi canción", canta en guasa imitando la rasposa voz de Antonio Banderas en la banda sonora de Desperado). De hecho, durante su carrera, Flores ha tocado en todas partes. "Bares, templetes, sitios nocturnos. Por un tiempo fui trompetista de un mariachi", revela sonreído. "En un día de la madre trabajábamos desde las 8:00 am hasta las 5:00 am del día siguiente; dábamos más de 30 serenatas. Fue un trabajo que me enseñó a tener más resistencia", cuenta quien fue también músico invitado de El Guajeo de Alfredo Naranjo.

Fue precisamente su colaboración para el álbum de boleros ¡México!, del tenor Rolando Villazón y editado por la Deutsche Grammophon en 2010, lo que hizo que los productores del sello alemán se interesaran en él. "Ellos investigan tu trayectoria y te hacen entrevistas en las que les cuentas toda tu vida: cómo se ha desarrollado tu carrera, qué logros y premios has obtenido, qué repertorios manejas, cuáles son tus intereses musicales, qué tipo de obras han compuesto para ti, etc. A partir de ahí se eligen las piezas. Además de lo clásico, ellos saben que me interesa muchísimo la música venezolana", desliza. Aunque se espera que en su primer disco internacional haya un poco de todo, del repertorio preliminar no suelta mucha prenda. "Es que no me dejan. No lo puedo decir", dice pícaro.

Si se le pregunta por el secreto de su éxito ­que ya lo ha llevado a presentarse en el Carnegie Hall­ Flores asegura que su terquedad es decisiva.

"Creo que la disciplina que he tenido con el instrumento me ha ayudado. Dicen que tengo solidez al ejecutar, pero es porque me he comido muchos libros. Busco la perfección en el sonido todo el tiempo, aunque cuando toco, hay un punto en el que me desprendo de la técnica y me conecto con esa sensación mágica", desliza. Ahora que su nombre figura en el mismo catálogo de grandes como Plácido Domingo, Claudio Abbado, la Orquesta Filarmónica de Berlín, Gustavo Dudamel o Chick Corea, asegura que su perseverancia se refuerza. "Me gusta arriesgar, explorar y dejar que la música brille. Lo más difícil es hacer que parezca fácil".